martes, 29 de julio de 2008

QUE PUEDO HACER

Sonó el teléfono, llevaba horas no esperando esa llamada, llevaba meses esperándola. Pensé que quizás fuera un sueño, que todo hasta ahora era una invención malévola, para hacerme salir de la rutina, y cuando logré levantar el pesado auricular, su voz me devolvió a la hora exacta.

Recuerdo cada segundo ocupado por sus palabras, cada minuto golpeando en mi pecho como maza de goma y mi angustiada incapacidad para pronunciar palabra.

El amigo que no quiso ayudarme, lo compré ante la sospecha de la confirmación, esa que nos diría cuanto más o menos podría seguir entre nosotros, el maldito libro no hizo más que llevarme a la horrible certeza, de que iban a ser malos tiempos. Eternos malos tiempos.

Pude desahogarme, facilidad de la que ahora carezco, y me puse a llorar durante horas, fue una buena terapia, acabé agotada, hinchada y odiosamente tranquila. Todo saldrá bien, hoy en día la medicina logra milagros, es joven y fuerte, hablaré con él.

Han pasado varios años, el ya no está y me niego a pensar que la historia se repite, que también hoy atendí su llamada, que de nuevo hoy su voz martilleó mi corazón, que me falta el aire y respiro más fuertemente, que vuelvo a dormir mal, dando vueltas, intentando huir de otros malos tiempos, tiempos a los que ahora de nuevo, debo hacer frente y no sé como, que puedo hacer, no hablaré con ella, pues era su voz, hoy la misma voz de aquella mañana odiosamente soleada, era ella también hoy, la portadora de malas noticias.

Noticias sobre ella. Mamá esta vez no, por favor.

Marieta

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